El crece en condiciones áridas, resiste el entorno hirviente del granito. Vive, incluso da oxígeno, crece igual. No hace miramientos. No dice: "pero no hay suficiente agua", "pero no me cuidan", "pero no puedo". El crece, persiste, quiere vivir. Obsérvalo. Cuando cruces una calle de adoquines, contempla la hierva entre las piedras secas; aprende de ella ¿Eres lo suficientemente fuerte como para hacer prevalecer tu vida ante cualquier circunstancia? ¿Creces y haces tu obra, aún en condiciones desafiantes? La voluntad permite que comiences hoy, ya, con los recursos que tengas, a manifestar tu Ser. La adaptación te ayuda a continuar realizando tu misión. No esperes las condiciones ideales, porque es ir muriendo. Eso que quieres hacer, que late en tu corazón y te da vida, es tan fuerte como ese pasto intrépido. Pero depende de ti. Si el pasto puede.... imagina un ser humano: supera cualquier reto con su temple y su certeza. Toma coraje, y comienza a realizar tu misión. Te puedo asegurar que, apenas la empieces, los adoquines se transformaran en tierra fértil. Tienes que perseverar. De vez en cuando alguien pisará sin querer, pero tus raíces serán lo suficientemente fuertes para renacer cada vez que te caigas. Porque mostraste tu capacidad para ser quien sos, en aquel desierto, cuando aún tenias sed. No esperaste a que se den las condiciones "ideales", esas que nunca llegarían ya que solo eran tu excusa. El refugio de tu miedo. La forma que encontró tu mente para engañarte y que vivas la vida de otro. No. Eliges hoy esta vida, estas condiciones y estos recursos disponibles para empezar. Escribe, dibuja, proyecta. Quizás ya lo haz hecho... Ve y rescata tus ideas, desempólvalas de sueño, transfórmalas en desafíos reales. Busca aliados. Cuando comiences, habrás hecho la parte más importante: creer en ti. Y el mundo se adaptará a tu necesidad. Proveerá todos los recursos que te hagan falta para cumplir tu misión. Porque demostraste la valentía necesaria para ir hacia tu Tierra Prometida. No pierdas más tiempo, se como el pasto entre los adoquines.

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Laura Gerscovich