top of page

Carta a Louis Charbon

 

por Andi Nachon

 

 

Cómo refracta su luz la piel del lemuroide, cuántas estrellas es capaz de contar a través de sus jornadas un águila calva rudimentaria, qué conversaciones entablarán un gasteóptera carinated con la criatura que en su casa trabaja de sofá, en qué tonalidad suenan los chillidos del cerapus tubularis mientras las gotas encendidas rebotan sobre sus escamas, cuáles aromas emanan del humita roller. Y más, tanto, tanto más. Desde que gracias a usted, mi querido Charbon, tomé contacto con esta Criptología de mundos, mi mente y –especialmente– mis sentidos, no pueden dejar de proyectar e imaginar el rumor de estos cosmos. Por eso, mi estimado Luis Charbon, aunque bien sé que prometí referirme únicamente al trabajo del biólogo Eliphas Fricaud-Lebaupin, sin embargo faltaré a la palabra dada y diré: loada sea su tarea, Luis, de recopilar y dar visibilidad a aquello que sin su esfuerzo habría permanecido en sombras. Sí, alabado su afán de recuperar y mostrar esos mundos vislumbrados por la voluntad incesante del científico visionario que fue Fricaud-Lebaupin.

 

Y cuando pienso en Eliphas, aparece la imagen de un nene entregado con incondicional empeño a la construcción de constelaciones, torres, paisajes o autopistas, a partir de bloques o piezas de lego. Porque con esa concentración propia de los niños –que gran parte de los humanos pierde al adentrarse en la escolarización– Eliphas dedicó sus días a esa cuantiosa empresa que hoy atestiguan sus investigaciones en criptozoología. Concentración que en su bravura confirma aquella afirmación de Edgar Morin: “Mi optimismo se funda en lo improbable.” No lo imposible, sino aquello que sencillamente no alcanza a ser sostenido por pruebas materiales. Todo cosmos, su orden y su bostezo, a fin de cuentas se afirma por actos de fe, o si se quiere, de simple tenacidad.

 

Crear sistemas posibles que contemplen la diversidad inabarcable de lo vital es un salto que equipara al científico con un hacedor. Nombrar muchas veces da vida. La originalidad inmanente a la criptología de Lebaupin asienta su imperio sobre ese gesto. Y como en los relatos planteados por el físico Stanislaw Lem, el contacto con la diferencia de estos órdenes nos devela a través de su juego de espejos aquello que constituye nuestro ser. Me animo a decir: las taxonomías propuestas por Eliphas ofrecen un reflejo que nos constituye.

 

Asombro y maravilla, entonces, ante todos estos mundos más allá y más acá del nuestro. Y también, placer de visionar nosotros la infinidad de posibilidades que cada uno de ellos abre. Cuánta liberación pensar que hay otras formas de la inteligencia, otras posibles subjetividades, otras maneras de mirar. ¿Quién pudiera, así, resonar en las dimensiones propuestas por estas criaturas? Ejercicio de sensibilidad y pensamiento, imaginar a partir de ellos formas nuevas del entendimiento. ¿Qué más pedirle a una obra?

 

Entonces, Luis Charbon, celebro la exposición de este primer fragmento de la obra de Eliphas. Y con ansiedad espero aquellos por venir en la próxima canción o en ese libro que algún día seguramente disfrutaremos hojear Mora y yo en alguna tarde de verano.

 

© 2023 by PINKLOGIC FASHION. Proudly created with Wix.com

  • Facebook Metallic
  • Twitter Metallic
bottom of page